jueves, 1 de abril de 2021

Semana Santa 2021

Los fariseos votarían a Ayuso.


En La Perorata del apestado, una novela del italiano Gesualdo Buffalino, un cura enfermo de tuberculosis le impreca a Dios por su crueldad de negarle el amor que significa la fe. De creer al carcelero -le reprocha enfadado-, basta un cordón de zapato. Los barrotes de la cárcel no están hechos de hierro, están hechos de la relación que haya entre el  preso y su verdugo. De creer al carcelero te cierran la puerta con un cordón. De creer al carcelero, ¿cómo vas a escaparte?

Unos quinientos años antes de que este cura que ha perdido la fe se enfadara con Dios, ya lo había hecho otro cura, San Juan De la Cruz. En su Cántico Espiritual, Juan De la Cruz, Juan de Yepes, regañaba a Dios por no rematar su faena de amor: ¿Por qué, pues has llagado aqueste corazón, no le sanaste? Y pues me le has robado, ¿por qué así le dejaste y no tomas el robo que robaste? San Juan De la Cruz, descendiente de una familia de conversos, supo de los castigos políticos al apostar por la voluntad para reformar la orden del Carmelo que había impulsado Teresa de Jesús. Juan De la Cruz era molesto en un país donde si en Europa nacía la Reforma protestante, aquí teníamos que ser los paladines de la Contrarreforma. Demasiados retrocesos.

En 1575 los carmelitas calzados detuvieron a Juan De la Cruz por carmelita descalzo. Porque eso de la pobreza no gustaba entre los sacerdotes cortesanos. Volvieron a detenerle en 1577. Tenía que retractarse de la reforma de la orden que pretendía Teresa de Jesús. No se retractó, nuestro fraile, y para consolarse en la soledad de una celda indigna, compuso el Cántico Espiritual. La mística te hace hablar con un yo tan íntimo que terminas hablando a Dios casi de tú a tú. Las potencias del alma, la memoria, el entendimiento y la voluntad, son las que nos hacen humanos. El silencio de esas potencias, nos lleva al infinito. El silencio de la memoria se convierte en esperanza. El silencio del entendimiento tiene que reposar en la fe, y el silencio de la voluntad nos lleva a la caridad y a la compasión. El yo, entonces, deja de ser tan relevante, y en esa renuncia de uno mismo y en la entrega a los demás, te reconcilias con esta vida, que sabemos mortal y finita. En una noche oscura, con ansias en amores inflamada, ¡oh, dichosa ventura!, salí sin ser notada, estando ya mi casa sosegada. Quisieron desterrar a Juan De la Cruz a México, quisieron investigarle penalmente, poniendo en cuestión su moral. En 1591 le enviaron a La Peñuela, en Jaén, ya enfermo, donde moriría cuando la noche marcaba las 12, tras pedir que le leyeran por última vez su libro favorito, el Cantar de los Cantares de la Biblia.

Comienza la Semana Santa y yo, que no soy creyente, que no tengo mucho oído musical para las religiones, sé, recuerdo, no me olvido, de las jerarquías del poder, de la corte, de la Iglesia, del dinero, siempre encarcelan a los Juan De la Cruz, y siempre usan a los Torquemada para quedarse con el pan, con el vino y con los peces. Buena Semana Santa, desobedientes.

Juan Carlos Monedero, profesor de Ciencia Política, 31 de marzo de 2021.


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